miércoles, 27 de noviembre de 2013

Cuento: Aún no sé dónde estoy…

Aún no sé dónde estoy, pero ya me estoy hartando de tantos gritos, lamentos, sonidos de máquinas que no he podido identificar, y lo más desesperante, de ese sofocante olor a carne quemada. Me duelen también las muñecas y los tobillos, no he podido reconocer a qué estoy atada ni con qué, pero cada vez que intento soltarme, siento muchas púas enterrándose en mi piel. Todo está oscuro y al parecer estoy desnuda, es bastante incómodo ya que no sé si hay alguien observándome, pero lo más seguro es que sí, aunque realmente eso es lo que ahora menos me preocupa, no sé dónde se encuentra mi mejor amiga, Nahiara, estaba con ella cuándo todo esto ocurrió, sé que también está aquí porque puedo sentir su perfume, pero grito su nombre y solo existe un vacío sin respuesta.

No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero sí estoy segura de que es bastante, aunque no he sentido
hambre, ni frío, ni cansancio, me siento muy sola y desesperada, incluso he llegado a preguntarme ¿será qué estoy muerta?, ¿tal vez en el llamado limbo?, pero caigo en cuenta de que es imposible, tengo entendido que después de la muerte todo es mejor, siempre le he tenido miedo a lo que pasará después, pero en este momento que definitivamente quiero saberlo, no puedo por estar atada.
He llorado tanto que tengo la cara pegajosa y los ojos cansados, me preocupa mucho mi madre, que quedo prácticamente botada en una clínica por un accidente de tránsito que ocurrió no sé en qué fecha, mis mascotas deben estar sin comida y sin agua, mientras que yo estoy en una mesa, cama o lo que sea, acostada contra mi voluntad por no sé qué personas malvadas, es extraño porque nunca he tenido riñas con alguien y sé que Nahiara tampoco, puesto que no es de éste país y no se habla con muchas personas, soy bastante sociable y alegre, no logró hacer una lista de gente que me odie, siempre he sido muy amable, pero para ser sincera, creo que no fue una persona la que nos tomó, sino algo distinto, no sé si es malvado o tan solo quiere experimentar con nosotros como si fuéramos conejillos de indias.
Lo último que recuerdo, es haberme visto con Nahiara en el mismo sitio donde nos reunimos cada viernes, nos sentamos a contar nuestras experiencias vividas en la semana y comimos algo, pero ese viernes en especial, fue diferente, el sol se escondió más rápido que de costumbre y el cielo se nublo de una manera extraña, le dije que nos fuéramos para un lugar cubierto pero ella no quiso, tan solo quería grabar ese enorme tornado que se acercaba a nosotras, recuero ver muchas luces saliendo de allí, la tome de la mano y salimos corriendo, no sé en qué momento todo se desvaneció y termine aquí, en este horrible sitio.
Han prendido las luces, tengo miedo de abrir los ojos y no saber lo que pueda haber a mi alrededor, pero si no lo hago no encontraré a Nahiara, no sabré dónde estoy, ni reconoceré a nuestros agresores. Siento unas pequeñas manos frías tocándome la piel de extremo a extremo, nunca había sentido tanto miedo en mis cortos 20 años, Dios te pido que por favor me ayudes, llévame contigo o déjame salir de aquí sana y salva. Creo que estoy sola de nuevo, abriré los ojos, no puedo creer lo que veo, hay muchas máquinas quirúrgicas y cuerpos desmembrados alrededor mío, ya no puedo negar que han matado a mi amiga, quiero huir pero no sé cómo, un ser extraño se ha dado cuenta de que estoy despierta, se está acercando con una de esas máquinas, no sé qué hacer, mis lágrimas bajan lentamente por mi cara y ese ser me observa, como si tuviera lástima, ha puesto algo en mi cara y siento mucho sueño.

He despertado en la calle dónde me vi con Nahiara, al parecer me quede dormida y tuve ese sueño horrible, pero un momento, las marcas en mis muñecas y tobillos continúan vigentes, todo fue real, debo buscar a mi amiga. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario